Lámparas vintage, sillas de escay, sillones de dentista, camillas, sopa servida en un tubo de ensayo y el Iboprufeno incluido en la carta, como un cóctel. ¡No te asustes!, entramos al Restaurante Pharmacia.
Texto y fotos por ©José Manuel Beltrán
El mirador de Santa Catarina, muy cerca del Barrio Alto, cuenta con unas excelentes vistas del río Tajo y del puente 25 de Abril. Extraño será no verlo siempre concurrido de gente, bien solazada en el verde de su jardín aledaño o apoyada sobre la barandilla, cara al río. Es allí, a sus espaldas, donde Susana Felicidade y Tania Martines, dos innovadoras pero veteranas de la restauración en Lisboa, decidieron abrir su nuevo restaurante: Pharmacia.
El edificio es la actual sede de la Asociación Nacional de Farmacias de Portugal, y donde también se ubica el Museo de la Farmacia. Es así como Lisboa evoluciona, gracias a sus nuevas corrientes culturales, buscando la inspiración en lo “viejo”, lo tradicional, para relanzarse a la novedad y, curiosamente, eligiendo edificios históricos en los que el diseño triunfa.
Pharmacia, como su nombre indica, es una botica en la que se ha rediseñado su espacio para albergar un restaurante. Sus paredes se encuentran repletas de alacenas, armarios y utensilios de farmacia y, por supuesto, cajas de medicamentos.
Las mesas se visten con “viejas” sillas, cada una totalmente diferente a la anterior, y en las que casi todavía se puede sentir el olor a escay. En su presentación, cuidada, nos presenta una vajilla muy decorativa junto con el contraste del servicio en la botella de agua (H2O).
Reconozco que, esta vez, a la hora de elegir nuestro menú de comida nos vimos condicionados con el acompañamiento de dos peques. Más propio para la cena, existe un menú –tradicional e imaginativo- hasta tal punto que se denomina “menú sorpresa” con un coste de unos 28€/pax. No te extrañe que te sirvan la sopa en una probeta o que, al recibir la cuenta, esta esté depositada en un tarro de orina. Estás en Pharmacia.
Dadas las anteriores circunstancias nos decidimos a compartir unas Hamburguesa salteada con setas, tomillo, vino de Madeira y huevo (8,90 eur); salteado de sardina con sepia frita (12,90 eur); rollitos de berenjenas con queso de cabra, tâmaras y menta (7,90 eur); escabeche de perdiz y codorniz (9,90 eur); croquetas de pato y mermelada de naranja (8,90 eur); de postre un gratinado de ciruela exquisito y un pastel de chocolate (4 eur/unid), todo ello regado con un rosado Quinta de Saes (13 eur) y, por supuesto, H2O, para pequeños y mayores, así como los correspondientes cafés.
El resultado fue totalmente satisfactorio, aún a sabiendas que podría mejorar en una cena con otra elección de platos como, por ejemplo, un bacalao al horno con pimientos guisados, o una ternera con setas y tomillo y, de aperitivo, unas tibornas típicas del sur de Portugal.
En su parte más baja, en lo que ya son los jardines de este palacio, han ubicado otra área más acorde a un “lounge”, para comer de forma más informal o, como sitio ideal para tomar copas y cócteles.
Es aquí donde triunfa el “Ibuprofeno”, los cócteles con base del afamado vino de Porto y moscatel o el “Psicoestimulante”, especialidad de Tania Martins, a base de madroño, brandy, miel y maracuyá.
Volveremos a Lisboa, eso en el caso de mi persona siempre está asegurado; disfrutaremos de Pharmacia en otro ambiente, el de la noche (ojo, cierra los lunes), y te contaremos de nuevo como será nuestra parada y fonda en este establecimiento tan singular que yo, desde aquí, te recomiendo. Eso sí, siempre con salud, ciudadano viajero.
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